viernes, 3 de enero de 2020

Estacion de tren

Escribir es ir a una estación de trenes, cualquiera,
sin esperar a nadie, sin leer en las pantallas el origen ni el destino.
Acercarse al andén y ver bajar a la gente y ver.
Ver sin mirar. Hasta que algo se desprenda del resto,
algo que nos resulte propio, nuestro.
Hasta que una mirada o un objeto o una acción,
nos llame directamente.
Cómo saber lo que buscamos
si solo podemos reconocerlo en el encuentro?
Solo estando ahí, presentándonos a la cita. 
El escribir ( no la escritura) es la estación de tren.
Esa estación, con nosotros ahí,
en el momento en el que el tren llega,
la gente se pone de pie y se abren las puertas.
E. Almeida


En días así
grises, como hoy, 
se abren las puertas y 
la página por delante también parece gris.
Nada resalta demasiado
una nube opaca, de principio a fin.
Todo se confunde con ¨pasar¨
si paso apuradamente
si miro sin mirar.

En días así necesito detenerme
para nombrar, para ver.
Distinguir colores
inventar los mios.

A la mañana hacer foco, escuchar.
Eso siempre trae lo nuevo,
el color siempre sorprendente
de la posibilidad.
Al mediodía atender a G.
Me tengo que esmerar.
Encarar su tedio,
apersonarnos juntas, de lleno
en la estación de tren que es su vida
esperar a que se abran las puertas,
ver lo que hay.
Acompañar
La tarde amplia, libre, abierta
Qué hacer con ella?
Leer, preparar, buscar los apuntes.
Como ir cortando pedacitos chiquitos de pan
para ofrecer pequeños bocados
que sean fáciles de digerir, de masticar.
Dar la mano, tener paciencia
invitar a pequeños pasos
recordar cómo fue para mi,
y lo placentero que puede ser hacerlo así.

Saber que hoy es ésto.
mañana un paso nuevo. 
Pasado un paso más.
y cuando te querés acordar
 ya no tenés que pensarlo tanto
ni seguir a rajatabla esas reglas
.que al principio te fueron guiando

estás caminando,
estás escribiendo
estás aprendiendo a vivir.