miércoles, 18 de marzo de 2020

De qué puedo hablarles?


Hay mucho en este tiempo que podría decirles...

Podría hablarles acerca de cómo, de un viaje eterno, de casi 20 horas, pasamos a aislarnos en casa, y de que se siente como si hubiéramos pasado
de un tubo a otro, a continuacion, conectado.
De la vida en un tubo, en un caja. Algunas noches todavia me despierto y no recuerdo dónde estoy, y mi cuarto me parece por unos segundos
un lugar completamente extraño.

Podría hablarles del misterio del tiempo diferente que a cada uno le lleva adaptarse a los cambios, y del misterio de cómo
cada uno necesita algo diferente en ese proceso.
Y de cómo a mi, (que además soy Tauro y parece que a Tauro la cuarentena le va muy bien) el tiempo de guardado obligado me trajo la bendición del reposo que necesito para recuperarme de a poco de los varios impactos.

Podría contarles también cómo, al tercer dia de llegar a casa el techo del living comenzó a desplomarse, y sobre nuestras cabezas comenzó a caer una nieve en cascotes de yeso y cómo mientras recogía pedazos y barría, pensaba; esto es para que no queden dudas. Algo está cambiando.
Algo pide cambio. Eso que nos ¨amparaba¨ de alguna manera, se está resquebrajando y desmoronando, y tendremos el desafio de ¨cubrirnos¨ de una manera nueva, que espero sea en el sentido del nuevo despliegue, y no del acuartelamiento y la defensa.

Podría hablarles también de cómo ayer una de mis hijas me avisó que finalmente concretó sacarse un buen seguro médico, y cuando le pregunté cuál se había sacado me respondió desde sus veintipicos: ¨uno que me cubre todo¨ 
Y de cómo me reí sola al leer eso, y pensé: nada nos cubre todo. Ni el seguro médico, ni el techo de la casa. Estamos un poco cubiertos y otro poco al descubierto, y eso puede traernos algo del orden del despedirnos de cierta omnipotencia y del recordar que nos necesitamos.

Podría hablarles de cómo todavía no se me acomodó del todo el sueño y muy temprano, cuando todavia es noche cerrada, ya estoy con el mate, escribiendo.

Y de cómo una de las cosas que me está ¨salvando¨ en la cuarentena es el entusiasmo de mi hija menor por cocinar comida vegetariana, y haber ofrecido acompañar virtualmente a otros en esta práctica, para que tengan algún lugar donde hacer pie ellos tambien, para transitarla, y llamar todos los dias varias veces a mi padre, y tratar de hacerle la mayor compania posible en este tiempo raro, ya que aún, por la cuarentena no puedo ir a visitarlo, y atender por skype y hacerme disponible para escuchar y acompañar.

Ofrecer algo, en definitiva, me está salvando. De mis propios fantasmas, de empantanarme en mi propio ombligo, de la sensación de catástrofe.

De cómo ofrecer algo abrió la puerta para que entrara el aire ( o también podria decir que ofrecerME primero lo que necesito, dejó entrar aire y eso me permitió recordar que siempre puedo ofrecer a otros tambien, algo).
De cómo entró el aire de la presencia, de la practica sostenida, de las palabras. El aire de recordar que soy y somos una trama que en tiempos turbulentos se sigue tejiendo en el silencio y las madrugadas.

De recordar que mi living sin techo, mi casa sin puertas y hoy solo con ventanas, los cuartos sin hijos, las calles sin gente, los hospitales llenos, el mundo, este mundo nuevo, sigue siendo nuestra casa, nuestra únca casa.