viernes, 28 de agosto de 2015

No hay apuro

¨Accept what comes from silence.
Make the best you can of it.
Of the little words that come
out of silence, like prayers.
Make a poem that does not disturb
the silence from which it comes¨.
Wendell Berry


La niña necesita que le den la mano
y caminen despacito a su lado.
Que le recuerden, una y otra vez,
que no hay apuro,
que no es necesario saber ni decir nada.
Que hay otra manera.
Que vale pasar despacio,
oler, escuchar, registrar.
Y recibir, con curiosidad y eterna paciencia
los sonidos de ese silencio fértil y vivo.
La niña necesita ser acompañada,
y recordar que hay tiempos más amplios y lentos,
pausas, estiramientos, quietudes.
Está creciendo y late en ella la esperanza de una vida nueva
(juntas hacemos magia!)
una en la que el hábito ya estéril de pasar apurada,
hábito sutil de inconsciencia, ya no sea necesario
y pueda ser transformado
y ofrendado.

Que así sea.

¨Yo me las ingenié para crecer sin olvidar al principito¨
El aviador




domingo, 16 de agosto de 2015

¨Pido¨

You are, off course, enough.
You matter

Ronna Detrick


Hoy a la mañana, me desperté temprano, y cuaderno en mano me puse a registrar algunas sensaciones que recordaba de los sueños de la noche. Un recuerdo fué llevando a otro, una sensación a otra, y así terminé evocando la palabra ¨pido¨. Esa que usábamos de chicos en los juegos, para detener la marcha de los acontecimientos, re agruparnos, re organizarnos, re-unir nuestras fuerzas y seguir jugando. Era una habilidad, una costumbre, un permiso.
¨Pido¨.  Pausa institucionalizada. Parte del juego.

Cuando terminé de escribir, leí una entrevista a Oliver Sacks,  un famoso neurólogo, que cuenta la historia de cómo se vivía en su familia durante su infancia el Sabbath.

http://www.nytimes.com/2015/08/16/opinion/sunday/oliver-sacks-sabbath.html?_r=0

Un día de pausa en la semana, rico en rituales, oraciones y visitas a familiares, que su primo le habría descripto como una pausa necesaria para mejorar la calidad de la propia vida.
La paz del Sabbath, del mundo detenido, del tiempo fuera del tiempo.
Pausa semanal que con el tiempo y el alejamiento de sus tradiciones religiosas, él fué perdiendo. Junto con el abrazo, la calidez, la cercanía, la aceptación de una familia en la que se había sentido por muchos años cobijado.
Tuvieron que pasar muchos años para que pudiera reencontrarse con la pausa del Sabbath, y con el calorcito y la aceptación de una familia, que tanto había añorado.

Pido, Sabbath, Pausa. 

Yo también con el tiempo fuí perdiendo el hábito niño del ¨pido¨  Ese hábito que constituía un refugio en momentos de riesgo del juego.

Y recorro cada día, conscientemente,  el camino de recuperarlo.
Practico y practico, añorando que cada día se vuelva hábito más arraigado.

Y hoy que es el día del niño es lo que para nosotros pido de regalo:

Que aquellos que lo hayamos perdido u olvidado, podamos recuperar el:
Permiso para detenernos en el mundo, en el curso, en el flujo, por unos instantes.
La pausa para poder chequear impactos, significados y elegir desde ese nuevo espacio.
El permiso y hábito de reencontrarnos, re agruparnos, re unir nuestras fuerzas para seguir jugando.
Abrazando cada aspecto, cada tramo.
Recordando quiénes somos y cuánto valemos.
Sabiéndonos en ese lugar, en esa pausa, seres suficientes, aunque alguna vez,
alguien, sin querer, o sin darse cuenta, nos haya hecho sentir lo contrario.


Vale pido!






martes, 11 de agosto de 2015

La paradoja de cierta ¨ ingenuidad¨

¨Animate a querer. El amor feliz existe. Asi como hay que animarse a estar cerca de otro, confiar y entregarse para que una relación funcione, así hay que aceptar la ilusión a la que invita un proyecto político para que este pueda crecer. Uno se ilusiona y actúa, y así la ilusión se vuelve mundo. Como en el amor. Si a la ilusión la sometés a un escrutinio desencantado, el amor no se arma nunca. Y te quedás solo. 
Suena ingenuo? Para querer hace falta cierta ingenuidad. Paradógicamente, en esa ingenuidad radica la mayor inteligencia y el mayor poder de transformación y logro. Lo mismo que hace que un amor sea pleno y feliz es lo que hace que un país pueda decidirse a enfrentar las dificultades y crecer¨
Alejandro Rozitchner



Hace unos días, leí un post de Alejandro Rozitchner. Siempre me deja pensando y su ¨soga¨ es una en la que habitualmente encuentro tendidas, palabras que yo hubiera querido decir, como diría el poeta Escudero.

Ese pedacito que copié es el que me quedó dando vueltas. 

¨Animate a querer¨

La ingenuidad del amante.
Esa fina línea de equilibrio entre mandarse desprotegido, a tontas y locas, y animarse, siguiendo una intuición, unas ganas, un querer querer ( si, va doble, porque al principio queremos querer, porque querer está bueno, porque como dice Alejandro, el amor feliz existe y no nos lo queremos perder!).

Esa confianza y entusiasmo que incluye un poco de ilusión. Pero de la ¨buena¨. De la que nos lanza a una acción, o a muchas chiquitas, que permitirán que el amor se vaya armando, vaya tomando forma y se vuelva un mundo concreto, posible y disfrutable.

Cualquiera que haya vivido o esté viviendo una historia de amor seguramente podrá reconocer en ella un momento de primera ilusión. Que permitió lanzarse a la construcción de algo en común. Un momento de no analizar tanto desde la crítica desencantada, sino de confiar y dejarse llevar por una cierta intuición de posibilidad. 
Ese momento primero en el que nos animamos a querer, a dejarnos querer, y a que la cosa se vaya armando, aun sin saber qué forma tomará en el futuro, aún sin saber si sobrevivirá. Aún sabiendo, o intuyendo, que no todo va a ser fácil, que no todo van a ser rosas, que no todo será soplar y hacer botellas.

Ese impulso vital, que nos hace querer vivirlo todo, ir por todo el combo, sabiendo que lo perfecto es enemigo de lo bueno.

Yo recuerdo ese momento en Freddo de Melo y Callao, el día en el que sellamos con Juampi nuestro primer compromiso de empezar a construir algo juntos. Yo 19, él 21. Y esa ilusión. Esas ganas de aprender a querer. Ese poco de inconciencia con la que nos entregamos a intentar.

Cúanto nos hubiéramos perdido si desde la desconfianza y el desencantamiento nos hubiéramos protegido tanto como para no ilusionarnos.
Qué solos nos hubiéramos quedado.

Y lo mismo al encarar tener a cada uno de nuestros hijos, cuando decidimos hacer una experiencia afuera, con cada decisión que tomamos en relación a dónde vivir, a cómo trabajar, a cuánto involucrarnos o no en cada momento con la realidad en la que estamos inmersos.

Leo esto de animarse a estar cerca que escribe Alejandro, y todo mi ser dice SI!!!, aunque a veces me cueste, aunque a veces me duela, aunque a veces me de pereza, o me traiga complejidades y complicaciones que me cuesta afrontar. 
Si a vivir con otros, a estar cerca, a construir amores posibles, a enfrentar las dificultades y crecer.

Animarme a intentar, es lo que quiero, es lo que intento ( valga la redundancia)
.
Porque no quiero vivir guardada, defendida, desencantada, desconfiando de todo y todos.

Porque tengo ilusiones, que quiero que se vuelvan mundo.

Porque es lo que vengo haciendo, y funciona.