domingo, 6 de enero de 2019

Así será. Ya lo verás.




Entre otras cosas que pasaron por aquí el año pasado, en noviembre, inesperadamente, se murio el sauce llorón de la entrada.
Partió en silencio, sin aspavientos, sin avisar.
Simplemente, cuando llegó la primavera y todo empezó a ponerse verde otra vez, como quien un día deja de respirar, él dejó de brotar.
Algunas vecinas atentas, amantes del mundo verde, me escribieron, interesándose por su salud.
Me encontré respondiendo que seguramente, su partida era una más de las tantas transformaciones que nos estaban preparadas para este tiempo.

Tenía ya unos cuantos años. Lo habíamos plantado nosotros.
Un gajo del sauce llorón del fondo.
Un hijo del primer sauce. Había prendido fuerte, echaba su peluca frondosa y fosforescente sobre la calle, y cuidaba de cerca a la camelia que yo había rescatado también hace muchos años de los juegos de Lorenzo, el cachorro indomable. A su sombra la camelia creció lenta, pero sin pausa, y hoy es una señora camelia, que nos regala sus flores durante todo el invierno, provocando la admiración ( y el instinto ladrón) de todo el que pasa por el frente de nuestra casa. Siempre tuvimos la teoria de que pudo crecer asi de fuerte y vigorosa gracias a estar bajo la protección del sauce. Y cuando en noviembre el sauce murió, junto con la pena de su ausencia, la preocupación acerca de qué será de la vida de la camelia ahora que el sauce no está...

Hoy, mientras me detengo a honrar su paso por nuestra vida y la de nuestra casa, pienso que tal vez, la camelia ya no lo necesite tanto, ni de la misma manera.
Ya está grande, es fuerte...

Me acuerdo de El jardinero fiel, de Clarisa Pinkola, y voy a buscar algunos párrafos que subrayé hace tiempo:

¨ Queremos que el campo siga siendo lo que siempre fué, en toda su singular belleza, de la misma forma que queremos que la vida siga siendo lo que siempre fué. Pero viene el fuego. A pesar de nuestro miedo, aparece de todos modos, a veces por casualidad, a veces, por razones que nadie acierta a comprender.

Pero el fuego puede encauzarlo todo en una nueva dirección, hacia una vida nueva y distinta.

Esta temporada tiene que quedar atrás? Preguntó el abeto. 
Si, contestó la ratita. Esta temporada ha terminado. Pero ahora empieza otra distinta. 
Una nueva vida, siempre otra clase de vida viene después de la antigua.
Ya lo verás.

Hay una fuerza que empuja a todos los seres hacia una nueva vida, 
cualquiera que sea el fuego que los haya abatido. 
La nueva vida llegará tanto si uno quiere como si no¨

La tierra queda vacía por un tiempo, a veces, arrasada, otras, simplemente, atravesando el ciclo natural de lo que crece, se transforma, cambia, se va.

Y hay algo, que permanece a la espera de que abramos el camino, algo que ama y espera que preparemos el terreno apropiado para que manifieste su presencia en toda su plenitud.
Mientras cuidamos con esmero esa poderosa fuerza, aquello que parecía muerto ya no lo estará, lo que parecía perdido dejará de estarlo, lo que parecía imposible será posible, y cualquier terreno en barbecho estará simplemente descansando, a la espera de que la bendita semilla sea venturosamente llevada por el viento. 
Y lo será. ¨

En esta mañana veo los troncos apilados en el fondo del jardín.
Pienso en la inmensa y callada generosidad de nuestro sauce.
Honro y agradezco su presencia de tantos años en la entrada de la casa.
Sus ramas ondulando al viento. Su color, su sombra, su protección.
Despido al sauce y con él también despido una temporada, una etapa, un tiempo de la vida familiar.

Preparo el camino para que en esta tierra transitoriamente desierta y en barbecho, la vida con su fuerza, tome una nueva dirección. Espero esa semilla nueva que será traída por el viento.
Y confío que así será.

jueves, 3 de enero de 2019

Cosas que hago con Fe

Cuantas más veces haces algo, mejor lo haces y más lo necesitas. 
Eso vale lo mismo para una rótula que para un corazón.
A. Neuman



La Boca del lobo 
jimena Arnolfi

No es que quiera conseguir algo
pero necesito salir de donde estoy
Llamo, busco al tanteo
tengo el cuerpo dormido
pero la voz habla.
espero con fe
delante de la puerta cerrada.
Abro la heladera con fe
me visto con fe
bailo cumbia con fe.
No pasa nada
cuando hago las cosas con fe
pero voy a insistir


Cosas que hago con fe

1) Me levanto a la mañana y tomo el jugo de un limón con agua.
Dicen que alcaliniza el medio interno, y que alcalino es mejor que ácido. 
Fe en lo que dicen. Cuánto mal puede hacer el jugo de un limón?

2) Tomo mate en silencio y escribo. 
Lo hago con Fe? No creo.
Lo hice con fe al principio. Cuando todavía no sabía.
Ahora Se. Entonces lo hago con SE. Se que me hace bien.
Se que me trae la revelación y ampliación del mundo.
Voy a insistir, ya SE.

3) Con esa Fe del principio de la escritura, hoy bailo. 
Bailo con Fe en que bailar me ayude a seguir moviendo lo atascado, 
lo congelado y dolorido. Un poco Se, otro poco Fe.

4) Con Fe también estoy tratando de nadar. Meterle más movimiento 
a mi vida corporal. Aprovechar el verano, la pileta, la soledad. 
Mientras haga calor, nadaré con fe.
Hoy que está nublado y fresco, seré atea.

5) Con Fe disminuí harinas y lácteos. 
Aunque hoy me fuí un poco al pasto y le puse Finlandia a la galleta de arroz.
De todas formas, no estoy segura de que el Finlandia
sea un lácteo y no un plástico.
A lo que voy es a que con Fe hago cambios en mi alimentación. 
Fe en que todo cambio sea para sentirme mejor.

6) Con Fe pienso en el tiempo que viene 
( sin ninguna certeza de cómo podré ajustarme a lo nuevo)
Recuerdo el artículo que leí ayer:
una mujer que después de criar a sus cuatro hijos,
no sabé quién es, ni qué hacer con su vida,
y decide partir cuatro meses a Europa.
Un mes de duelo por cada hijo que crece y se va.

Cuánta fe en retirarse, pienso.

La misma fe que tengo yo cuando me voy.
Me retiro con Fe, a la soledad y al silencio,
En realidad me retiro con SE. 
SE que en el silencio y la soledad de la naturaleza
me encuentro.
me recupero. 
Recupero la FE.