sábado, 20 de junio de 2020

Ronda cuadrada de domingo

Algo simple
Algo breve, silencioso, quieto.
Algo táctil
Un respiro, un chiste,
un beso adolescente.
La capacidad de poner en mute
el afuera y el adentro

Tamaraestaloca



Algo simple, este momento. No tiene que ser más complicado que ésto.
Un cuaderno, una birome. Mi pelo recién lavado, un encuentro. Un poema corto.
Muchas manos escribiendo. La respiración acompasada
de varias mujeres reunidas en una ronda cuadrada.
Algo breve, oraciones que van surgiendo de mi mano. No tienen por qué ser largas.
No tienen por qué ser nada. Pueden ser tal como son, tal como salen.
Como yo, como éstas mujeres.
Breve y eterno el permiso para ser a nuestras anchas
en esta tarde de domingo en cuarentena.
Algo silencioso, este lugar. Solo escucho el tic tac del reloj, el tanque de agua,
y el slush slush de las manos sobre las páginas, cada una en su pantalla.
Silencioso domingo, en el que escuché la conversación
entre una escritora y una librera
y el juguito de esa charla es una lista de tesoros que quedan en la gatera.
Lista de libros que quiero leer. Entusiasmo lector de domingo al sol.
Algo quietoel tiempo. Parece quieto pero se está moviendo.
Se mueve lento y raro en este tiempo. Cuánto hace ya que comenzó este encierro? 
Cuánto que no vemos a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestros padres?
Está por llegar el invierno.
Algo táctil, mis pantuflas. Con ellas recibo los primeros fríos.
Con ellas hoy atiendo.
Me estoy acostumbrando y me pregunto si estará bueno.
Tal vez sea una pregunta incorrecta.
Por qué de todo tenemos que decretar si está o no bueno? 
Es lo que está siendo. Es lo nuevo.
Atender en pantuflas. Por qué no?
Tal vez ponga un par de pantuflas para los pacientes.
O mejor, tal vez les ofrezca a los pacientes venir en pantuflas
cuando algún día se abran las compuertas.
Un respiro,  abrir la puerta que da a la escalera,
sentir los primeros rayos del sol de la mañana,
ver el cielo de ese lado de la casa, el paraíso ya desnudo.
Sacudir las alfombras, recordar viejos tiempos
en que la gente era de carne y hueso.
La capacidad de adaptarnos a los nuevos tiempos, a lo que la vida trae.
La capacidad de crear con lo que queda, algo nuevo.
Algo que sea sabroso, rico, cálido y nos ayude a pasar el invierno.
Y a ir más allá también, quien sabe.
La capacidad de reinventarnos, en el tiempo, todo el tiempo.


A veces, los domingos, sucede algo de esto.
Nos encontramos a pausar, escribir, compartir, acompañarnos.
No buscamos perfección.
Vamos tras la belleza de lo salvaje y verdadero.
Vamos tras el misterio y el milagro del encuentro.
Nos hacemos presentes
y sucede.