domingo, 15 de diciembre de 2013

Un Maestro


Hay maestros, y Maestros.
De los segundos no hay tantos, pero que los hay, los hay.
Mis hijos han tenido el honor y el privilegio de cruzarse con uno.
Maestro de esos que se escriben en negrita y con Mayúscula.

No puedo estar más agradecida.

Aquí, parte de su carta de despedida a la camada que se va.

¨...esta carta es un pedido de disculpas dirigido a los que no supe explicar por qué hago lo que hago, por qué exijo, por qué insisto, por qué enseño de la manera que elijo enseñar. Cabe una única justificación: pueden estar seguros de que actúo sobre la base de ideales profundos, de las convicciones honestas que me llevaron a optar por esta profesión desde una vocación sincera.
Todos pueden saber que creo en ustedes y disfruté de ser su profesor. Es la fe en ustedes la que me sostuvo todo este tiempo, la que me incentivó a cumplir mi tarea con la mayor dignidad de la que fuí capaz. La fe en que vale la pena trabajar en la formación de seres humanos que tienen la capacidad de inventar mundos nuevos.
Nadie enseña sin aprender al mismo tiempo. Sepan que ustedes han quebrado algunas de mis viejas seguridades. Me han sacudido, me han hecho pensar. Han sido mis maestros, mis jueces, mis hermanos. Por ustedes aprendí, que por honestas que sean mis creencias, a veces pueden ser un obstáculo para la comunicación verdadera, para el encuentro y el enriquecimiento mutuos. 
Agradezco lo que me enseñaron y prometo recordarlo.
...Les deseo una vida plena, les deseo sueños, proyectos, algún que otro conflicto para aprender, alguna crisis para crecer. Les deseo sean singulares, únicos, distinguidos, diferentes, honestos, solidarios, comprometidos y transformadores...
Quieran sus destinos, nunca se amontonen para simular bienestar, no se enmascaren en los ritos de la hipocresía social, no se uniformen para triunfar, no aplasten cabezas para ascender en una escala inhumana y deshumanizante, no guarden silencio frente a la injusticia...
Ojalá no permitan que se les haga creer que no valen, que no se los convenza de resignarse y vivir dormidos.
En múltiples ocasiones me permitieron ver la luz que hay en ustedes, el sentido de la posibilidad, el vértigo del porvenir, la inmensa alegría de la libertad.
Que esa luz no se extinga jamás. 
Habrá un sol allí donde ustedes sepan encenderlo, cuidarlo, alimentarlo. 
Chicos y chicas, hace tiempo comprendí que mi éxito como docente no está en el hoy, sino en el porvenir..., por mi parte, juzgaré mi tarea de educador por la intensidad de los soles que inventen, y que por ser suyos, llevarán sus nombres¨.

Pedro B.

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