sábado, 14 de septiembre de 2013

Vuelve y va

Como dice una de mis hijas, todo lo que va, vuelve.
A mi vinieron y siguen viniendo muchas cosas, datos, recomendaciones que otra gente comparte y que me enriquecen, me suman, me aportan. Para que la rueda siga girando, pongo en el aire mi moneda entonces, compartiendo cosas que me están gustando en el último tiempo y que quizás a alguien que pase por aquí, le puedan sumar.
En un mismo movimiento entonces, ¡¡¡vuelve y va!!













-Estoy empezando a encariñarme con la página www.calm.com, ratitos de meditación guiados.

-Frecuentemente me emociono y disfruto escuchando algún relato de Ana María Bovo, en su página de facebook.

-Todos los días recibo en mi mail el regalo inesperado que casi siempre da en el blanco, de First Sip, afirstsip.blogspot.com.ar

-Leo, entre otras cosas, algunos ensayos de Santiago Kovadloff, maravillosos, junto con algunos textos en inglés y en castellano, sobre Mindfulness.

-El blog de Katrina Kenison, (www.katrinakenison.com), siempre, pero siempre, tiene algo nutritivo para mi.

-El blog Alma Singer, (almasingersings.blogspot.com.ar), es inspirador, y  ejemplo para mi, en su rubro, de curiosidad, frescura, alegría, apertura y generosidad.

-Descubrí hace poco al dúo del guitarrista Enrique Sinesi con el quenista japonés Hikaru Iwakawa. Un lindorr para disfrutar ( en youtube hay unas cuantas).

-Hace un par de semanas me topé con una película japonesa de animación que me dejó con la boca abierta por la maravilla de sus imágenes, su ritmo, su música. Una linda historia. Dura menos de una hora, se puede ver en internet. Se llama The garden of words. Vale la pena.

-Recorto y guardo con mucha frecuencia la tira de Tute de La nación.
Es para prestarle atención. Un crack.

Hace poco presté un libro y a la persona que se lo había prestado, el libro se le perdió. El libro se titula; Necessary losses ( Pérdidas necesarias, ja!)
La primer sensación que tuve fué de pena, era un libro muy querido, que había ¨masticado¨ mucho, subrayándolo, haciendo notas en los márgenes. Había dialogado mucho con él. La pena de la pérdida.
Al ratito, a la pena se sumó el deseo de que lo haya encontrado alguien que lo pueda necesitar y aprovechar. Pensé, ojalá sin querer, haya ¨dado en el blanco¨ de algún corazón necesitado de su juguito y sabiduría, que para mi fué mucha. La pérdida que es ganancia.
Me alivió poder dejar ir mi libro, soltarlo a volar, para que pueda ir a posarse en alguna otra rama.
Lo mismo con todos estos recursos y descubrimientos que comparto. No son míos. Los tengo, los doy, los pierdo, vuelvo a tener, en el perder gano. El ciclo de la vida.
Ojalá alguien los encuentre por ahi y los pueda aprovechar.






lunes, 9 de septiembre de 2013

Cinco

¨Creo que no se escribe para decir algo que de antemano se sabe, sino para llegar a saber qué se quiere decir, y para verificar hasta dónde ese querer decir logra encarnarse en lo que efectivamente se dice. La obra, nos informa en el doble sentido de que nos cuenta y nos constituye. Se pasa a ser lo que se ha dicho y se pasa a ser porque se ha dicho. La alegría de la creación es este júbilo genesíaco que resulta de haber pasado de ser un bullicio interno sin sujeto evidente, a ser un sujerto evidente, además de un bullicio interno¨
S. Kovadloff, El arte de escribir

Hoy la consigna era la palabra ¨cinco¨. La anoté dudando y pensando ¿qué se podrá escribir con un número?
Y entonces dejé que las palabras se fueran diciendo, dejé que ellas me fueran sorprendiendo. Y pasó algo que pasa muchas veces. Me acerco al papel sin una idea pre concebida y las palabras y las ideas, como un ovillo que lentamente se va desovillando, van diciendo lo que en mi, sin darme cuenta, se estaba escribiendo.


Cinco por uno cinco, cinco por cinco veinticinco. Veinticinco los años que tenía cuando nació mi primer hijo.
Años lindos, llenos de inexperiencia. Tiempos de navegación en un mar de inseguridades, escondidas tras fachadas de certidumbres. Inventando maneras, dibujando senderos en tierras desconocidas, buscando huellas. Por momentos sintiéndome tan sola y asustada, por momentos creyéndome invencible, sintiendo que la determinación me guiaba.
Lo emponchaba de pies a cabeza y salíamos a las heladas calles de esa ciudad que por un tiempo nos había adoptado, y los cachetes se le ponían coloraditos de frío, mientras sonreía, acompañaba, y todo lo miraba. A la vuelta de los paseos, con su jardinerito de lana suave y resbalosa tejido por la abuela, enviado en encomienda, feliz, se echaba de panza a patinar en el piso de goma de nuestro departamento de estudiantes, cobijado en nuestras risas, miradas y canciones.
Veinticinco tenía cuando fuí madre por primera vez y sigo teniendo que aprender a serlo, cada día.
Hoy tengo menos inseguridades, las que quedan, no necesito esconderlas tras ninguna fachada. Son mías, son parte, me hacen quien soy, de alguna manera, las quiero.
Tengo pocas certezas, ya no me siento sola, y menos me creo invencible.
Mucho ha cambiado. Mucho he cambiado.
Mi hijo está por cumplir veinte años. El tiempo no ha pasado en vano.





viernes, 6 de septiembre de 2013

Crónica de otra espera: el niñito y el sugus de limón

Having the good life can be so simple
when you savor the one you have. 

Karen Maezen Miller

Una mujer, (casi una adolescente), vestida canchera, juvenil (palabra delatora), el pelo decolorado, como usan ahora, morocho en las raíces, rubio en las puntas, ( ¡qué vieja me estoy poniendo!), inspecciona los percheros de ropa colgada, prendas talle único ( chico porsupuesto), para gente joven y esbelta, ropa descartable, a elegir mientras de fondo suena estridente un reaggeton cumbioso electro tecno, (definitivamente, vieja ).
Se ve que es amiga o conocida al menos,  de las vendedoras; gentes jovenes también, enfundadas en calzas metalizadas, de esas que tan poco favorecen pero qué importa, la moda no incomoda. Le recuerdan a la morocha decolorada,  con presición de detalle,  lo que se compró la semana anterior, ¿te acordás que te llevaste el sweater fucsia?
Mientras ella mira la ropa, tal vez pensando qué cosa no necesita pero de todas formas quizás se compre, las vendedoras le cuidan a su hijito. Grande es la sorpresa al darme cuenta de que esa mujer/ casi niña, moderna y fashion, es la madre de ese niñito de dos años, engalanado con un montgomery miniatura, pequeño hombrecito a la moda, que circula por entre los percheros, haciendo las gracias a vendedoras y clientas ( cofradía de madres maduras, como yo, poco a la moda, poco esbeltas, sentadas en el sillón ¨trendy¨ mientras nuestras hijas se sumergen en los probadores).
El pequeñin toquetea con sus manitos regordetas cualquier pedacito de prenda colgante a la que su poquita altura le permite acceder, tironea de las etiquetas, descuelga de las perchas.
Yo, como esta vez no es ninguno de mis vástagos el que anda haciendo desparramos, disfruto la escena, observo, tomo nota.
Su mamá, sigue, tranquila, concentrada en las texturas de la ropa colgada, de fondo el cling cling de las perchas.
Las que empiezan a intranquilizarse son las vendedoras. Una va por la estrategia ¨bolsa de sugus¨. Los pequeños ojitos brillan, la manito regordeta desaparece en el interior de la bolsa, para salir munida de uno de limón ( en mis tiempos esos eran los que nadie quería), que comienza, con parsimoniosa lentitud, a pelar de a poquito. Un pedacito a la vez, gran concentración, lengüita entre los labios. Ojos y corazón solo para esa importante tarea. Cada pedacito de papel le es entregado con cuidado, post despegotearlo de sus deditos, a la joven vendedora, que desacostumbrada, comienza a impacientarse. ¨Dame que te lo pelo¨, intenta.
¨Es que le gusta pelarlos¨, intercede en defensa de la lentitud, la madre (¡ bravo!)
¨Pero es que así tarda mil años¨, aclara la vendedora. Quién sabe a dónde tiene que ir tan apurada.
El pequeño, inmutable, sabio, no discute, no se da por aludido, y sigue a su ritmo, pausado y atento, pelando, pedacito a pedacito. Disfrutando el viaje, además del dulce destino que lo está esperando.. 

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Desequilibrio

¨Puedes imaginarte sentado a la orilla de un riachuelo, observando...unas hojas que flotan en el agua. Al momento descubres que te has levantado y caminas como un sonámbulo hacia el centro del río. Un poco después, te despiertas, y descubres que una vez más, te has sumergido en su corriente. Cuando eso ocurre, felicítate por haber despertado, regresa tranquilamente a la orilla del río, y vuelve a empezar¨
M. Williams, D. Penman, Mindfulness.















Estaba parada, afirmada, sostenida,
en un punto medio.
Sentía lo cercano, oteaba el horizonte.
Respiraba con tranquilidad.
Disfrutaba esa relativa paz alcanzada,
el sol tibio en la espalda,
el cuello flojo, la mandíbula relajada.
¿Saben de qué hablo?

Algunas brisas las vió venir,
mas no calculó distancias
ni anticipó intensidades.
Vientos disimulados,
fuertes, bravos, tal vez
por llegar todos juntos y apiñados,
la tomaron por sorpresa,
y ese equilibrio que había logrado,
voló por un tiempo en el aire,
desparramando pedazos
cual rompecabezas en manos
de un niño pequeño, torpe,
poco experimentado.

Como en un subeybaja,
fué deslizándose despacito,
al principio imperceptiblemente,
luego a zancadas,
hasta encontrarse en una punta,
la de abajo, inestable,
tratando de recuperar el aliento,
su aliento.
Con un camino por delante,
ir avanzando de a poco por la tabla,
un paso a la vez, hacia arriba,
hasta llegar a un nuevo punto de balance.

Las ráfagas desestabilizadoras
le habían traído
la sensación de caos y cansancio
y con ella la oportunidad
de despertar, mirar, darse cuenta,
y empezar de nuevo.
 



lunes, 2 de septiembre de 2013

Martes de escritura con consigna. Hoy: Arriba

¨Vivir creativamente requiere el lujo del espacio, aunque todo lo que podamos llegar a tener sea un estante para nosotros y un alféizar propio, vivir creativamente requiere el lujo de tener tiempo, el que nosotros nos hacemos..¨Julia Cameron


















Lo que hay arriba no es un secreto,
es un territorio.
Ese donde ocurre tantas veces la magia.
El de la quietud que prepara la pista
para el aterrizaje de las inspiraciones;
lugar de la música y el baile,
de la meditación y el sueño,
del agua calentita,
el olor a jazmín, a lavanda.
Vasija donde bullen la risa y el llanto.
Casita del árbol escondida
entre las ramas del sauce.
Sitio del silencio,
y de los más profundos encuentros.
Archivo de los años,
cajón de los recursos y recuerdos
refugio, morada, cocina.
Todo eso hay arriba,
y más.

viernes, 30 de agosto de 2013

Divagaciones sobre la ¨vocación¨

"Los ensayos son un lugar para probar, encontrar y abandonar. Lo que sucede, conviene" 
M. Kartun














Una noche, mientras comíamos con los chicos, el tema giraba en torno a cómo es eso de encontrar la ¨vocación¨, lo que te gustaría ser y hacer. Circulaban estas preguntas:
¿Se encuentra quedándose quieto, pensando, escuchando, hacia adentro, esperando una inspiración?
¿se encuentra probando, haciendo, ensayando mientras vas sabiendo?

Llegamos juntos a una primera conclusión que aunque pueda parecer un datalle semántico, no creo que lo sea:  ¨se va encontrando¨, se va delineando, se va desplegando. No se encuentra de una vez y para siempre. No es algo estático.
Decíamos que para ir encontrando (y encontrándonos), harán falta ingredientes varios. Como si de un plato se tratara, ese proceso que durará la vida entera, quedaría incompleto, sin gusto o sin consistencia si alguno le faltara indefinidamente.
Cucharadas de quietud, escucha interna, introspección, espera. Mirada hacia adentro, silenciosa, paciente, atenta, despierta, reflexiva. Puñados de hacer, probar, ensayar, explorar, practicar. Hacer en el que se juegan deseos y también inevitables frustraciones que vamos aprendiendo a tolerar, para poder aprender. Hacer que en el tiempo nos permite ir dándonos cuenta. Aunque no estemos todo el tiempo haciendo algo que nos encanta. Hacer en el que vamos afinando el saber de nuestros gustos y amores, hacer en el que vamos ¨siendo¨ y eligiendo cómo ser, además de qué hacer. Haceres en los que nos exponemos a distintos estímulos, nos animamos a mojar las patitas, a sentir la temperatura y la fuerza del agua en los pies. Haceres que por momentos nos demandan esfuerzo, disciplina, constancia y que nos traen de regalo nuevos saberes.
Haceres que tienen sus ciclos de nacimiento, vida y final. En los que aprendemos también de ese tránsito: cómo empezar, cómo seguir, cómo terminar.

Búsqueda, ir viendo, proceso, viaje, llevando como equipaje el estar atentos a las señales, a los que nos dice el adentro, a lo que nos dice el afuera.
Ser, estar, hacer y en ese despliegue ir sabiendo, cada día un poquito más, de nosotros, de nuestro mundo.

De todo aprender, confiando en que lo que sucede, conviene.
Aprendizajes que se van enlazando, apoyando unos sobre otros.
Proceso en el tiempo, que hace que al mirar para atrás, nada haya sido en vano.

Descubrimientos en la quietud, descubrimientos en el hacer.

Descubrimiento de lo que amamos, para poder hacerlo, y descubrimiento también de que podemos amar aquello que hacemos, lo que sea.  El ¨qué¨ que tantas veces nos es dado, para que elijamos el cómo.

lunes, 26 de agosto de 2013

Martes de consigna: Hoy: Salida

¨One does not become enlightened by imagining figures of light,
but by making the darkness conscious¨
C. Jung















¨We cannot afford not to fight for growth and understanding, 
even when it is painful, as it is bound to be¨
May Sarton

Una salida que no resultó ser ¨la salida¨,
si un volver a pasar
por ese lugar que tiene todavía
ese olorcito a fracaso,
ese gusto a repetición,
ese ruido a engranaje trabado
que gira siempre para el mismo lado.

Laberinto enredado
en el que seguimos circulando
a veces encontrándonos,
otras des-encontrándonos.

Tal vez todavía no lo hemos recorrido todo,
no queremos darnos por vencidos.
Tal vez queden recovecos por reconocer,
rincones por iluminar,
nudos que desatar y liberar,

antes de poder encontrarnos
finalmente, a sus puertas
y por fin salir a respirar
a un nuevo lugar.