sábado, 11 de mayo de 2013

Madre hay una sola, muchas somos esa madre.

Danna Faulds, una poeta, cuenta que muchos días, cuando amanece, algo brota inmediatamente de su boca y tiene que escribirlo. Otras mañanas, va al papel y escribe: ¨Esto es lo que tengo hoy para decirles....¨
Espera y escucha lo que esa mañana tiene para contarle.

Hoy, mañana de viernes, hago como esta poeta, voy al papel a escuchar lo que que haya para escuchar esta mañana.
Supongo que en parte por ser los viernes días ¨álgidos¨en una casa con cuatro adolescentes, lo que vino a mis oídos es esto:

Desde que me enteraba que estaba embarazada, empezaba a sentirme responsable, muy, por sus pequeñitas vidas, por sus necesidades, por sus bienestares y/o malestares. Cuando eran chiquitos, a pesar de los cuestionamientos internos que pudiera tener acerca de cuál era el mejor cuidado posible, (y cuántos que tenía!), sentía que éramos nosotros, los papás, los encargados, con gestos y movidas muy concretas, de cuidarlos y velar por su seguridad y su bienestar.
Fueron creciendo, distintas etapas se fueron sucediendo, siempre acompañadas por esa sensación de responsabilidad, y de ser nosotros los encargados de poner en marcha y sostener los cuidados pertinentes.
Hoy, los más grandes están grandes y estamos en esa ventana de tiempo en la que sus vidas ya casi están en sus manos. Y se me hace difícil, porque ya no puedo poner en marcha operativos de cuidado como los de los años de infancia, pero tampoco termino de poder relajarme entregándoles la total responsabilidad de sus vidas, sin sentir que todavía es mi responsabilidad.
Y esta sensación de ser responsable y a la vez tener cada vez menos que hacer al respecto, por momentos me pesa.
Algunos días ( ¡sobre todo los viernes y los sábados!), sueño despierta con que hacemos una ceremonia familiar en la que les ¨entregamos sus vidas¨ y la total responsabilidad sobre ellas. Con diploma, careta y anillo. La ilusión, supongo, es que venga un alivio a este peso de sentirme responsable y tener ya poco que hacer. El alivio no llega. Quisiera protegerlos de todo. La responsabilidad que siento con su densidad y su peso, sigue ahi, no digo intacta, pero si todavía muy presente. Tengo que vivir con ella, y dejarla convivir con la realidad cada vez más ¨real¨de que ellos están a cargo de sus vidas, y harán con ellas lo mejor que puedan.
Pienso mucho en estos días en esas madres cuyos hijos quizás toman decisiones equivocadas, o sin querer se equivocan y se lastiman o lastiman a otros, y hoy, una vez más, soy esas madres. Soy esas madres que hicieron lo mejor que pudieron, y que se sienten responsables, y también saben ( o quieren saber, necesitan saber), en algún lugar, que no lo son, que no pudieron, no pueden ni podrán resguardar a sus hijos de todos los sufrimientos y calamidades, porque ya son grandes y eligen sus caminos.
Hoy mi corazón late con ellas, late también conmigo y por mi, porque no es fácil no poder protegerlos de todo, aunque daríamos todo porque así fuera,  no es fácil sentirse responsables y no serlo a la vez.



3 comentarios:

  1. no sé xqué mi comentario a esta entrada se publicó en la anterior ¿puede ser? :)

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    1. Si, acá lo copio de nuevo,
      Ay Florcita! qué vértigo me dió leerte... yo que x ahora solo puedo pensar en cómo haré para que Martina no se me caiga de la cama cuando finalmente este entre nosotros... y en cuántas cosas externas e incontrolables x nosotros pueden lastimarla... entregarse y confiar ¿cuál es la receta? Seguro que compartir ayuda, ser esta y esas madres, una sola y todas juntas!
      Besos!!!

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    2. Cada cosa a su tiempo Anita, está perfecto que solo pienses en cómo hacer para que no se caiga de la cama!!! No se si habrá receta, yo no la tengo! Pero tratar de confiar es una de las cosas que podemos intentar, y compartir, en mi experiencia, siempre ayuda y acompaña. También pienso que no todos tenemos los mismos miedos, con lo que por ahi no te tocan estos en la lotería, y vas por la vida más tranqui que yo!!! Besos!!

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