¨La cena de Navidad era estrictamente Noruega, el menú nunca variaba. Nunca hubo pavo como plato principal sino costillas de cerdo sazonadas a la pimienta, servidas con papas hervidas, coliflor, repollitos de bruselas y zanahorias, y arroz con leche de postre. No conoces comida más sencilla, más desafiantemente enfrentada a la idea norteamericana del menú navideño, y sin embargo, cuando sondeaste a tus sobrinos más jóvenes hace un par de años, para ver si preferían la habitual cena de Nochebuena o preferían introducir algún cambio, todos gritaron al unísono:¡Ningún cambio!
Es un ritual que aporta continuidad, que contribuye a la cohesión familiar, un ancla simbólica que impide la deriva a mar abierto. Asi es la tribu...¨
Paul Auster, Diario de Invierno
Hace unos años, comenzó a instalarse en nuestra familia, casi sin darnos cuenta al principio, lenta pero segura, una tradición familiar.
En algún momento del invierno, juntamos gente y petates y partimos en dulce montón a la montaña. Somos varias familias las que nos damos cita. Varias familias, una familia.
Dos o tres semanas antes de emprender el viaje, empiezan a ir y venir los mails ¨motivadores¨, chiste va, chiste viene, vamos ¨calentando motores¨.
Partimos de madrugada, los chicos somnolientos, el auto cargado hasta el tope, el mate listo, el silencio de esas horas tempranas.
Ya la primer parada a cargar nafta es una fiesta. Reencuentro, saludos, abrazos, una celebración de gritos y entusiasmo.
El destino final, una pequeña aldea de montaña, como le llaman los locales. Fuera del circuito de moda. Con poca infraestructura, con caminos muchas veces intransitables, con caños que se congelan y nos dejan sin agua, con almacenes chiquitos a los que la planta de lechuga llega achicharrada. Pequeña aldea en la que conectarse a internet es misión imposible, y arrancar el motor del auto a la mañana una ardua tarea.
Cada año, al acercarse la fecha, preguntamos a los hijos y sobrinos si les gustaría cambiar
de lugar, y tras pensarlo un poco, todos, sin excepción, eligen, si se puede, volver a
ese pequeño pueblo, que ya conocen casi de memoria, pero que siempre es
nuevo.
Ese lugar que este año nos esperaba con un arco iris completo que
nos acompañó durante dos días.
Ese lugar que nos deja cada vez, sin excepción, con la boca abierta de admiración ante su esplendor.
Por eso volvemos. Por la belleza del lugar.
Y también para llevar a cabo nuestro ritual familiar. Ese que nos da continuidad y suma a la cohesión de nuestra familia. Ese que nos regala la posibilidad de volver a convivir entre hermanos, hoy ya adultos; ese que permite que los primos grandes ayuden y cuiden a los chiquitos, y los chiquitos se rían admirados de cualquier pavada que dicen o hacen los más grandes. Ese en el que yo les pregunto: ¿se pusieron protector?, y les digo ¨abriguense que hoy hace más frío que ayer¨, y saco las fotos. Y ellos se ponen protector, se abrigan y disfrutan a la tarde viéndose en las fotos del día.
Ritual en el que mi hermano, el tío cocoliche, al grito casi indio de ¡¨solucionardiii¨!, reparte socotroco, un chocolate mil calorías que nos hace gritar de felicidad y estirar la mano para recibir nuestra ración diaria.
Ritual de la guitarreada a la noche, las sesiones de ¨elongación¨después del te, los partidos de truco de los que tienen aguante y se pueden dormir más tarde, las caminatas por el lago, el olor a pata de los cuartos de los adolescentes que usan las mismas medias toda la semana.
Días de hacerles las trenzas a ¨Dalma y Yanina¨, mis sobrinas queridas, todas las mañanas.
Semana privilegiada en la que mis hijos pasan tiempo juntos, en la naturaleza,
haciendo un deporte que los trae de vuelta rozagantes, felices, y llenos
de anécdotas. Ritual en el que mi marido se ocupa de los detalles para que todo marche, pone las cadenas en plena tormenta de nieve, y mantiene siempre su tranquilidad y buen humor. Ritual al que se van
sumando año a año, amigos que son como familia, que traen alegría,
personalidades variadas, riqueza nueva.
Volvemos porque ese lugar y ese tiempo nos ayudan a sentir y a saber, que los años pasan, que algunos estamos más viejos y cachuzos, pero que a pesar de todo y por sobre todo, seguimos juntos y somos importantes los unos para los otros.
Ay FLor una preciosura lo que escribiste y es evidente que lo pasaron bomba! que bueno volver de un viaje y sentir todo eso... por éste y muuuchos años mas de ski todos juntos, beso, geor.
ResponderEliminarGracias Geor! Le sumo la alegría de poder compartir la experiencia con ustedes, mis amigos, a través de la escritura! Besos!
EliminarY gracias, inmensamente, de parte de los amigos que llegamos a compartir ese ritual Martignone y "ser como familia". Nos hace mucho bien!!!!!
ResponderEliminarBeso enorme
Ber
Son siempre bienvenidos amigos/familia! Enriquecen nuestro mundo! Por muchos años más de viajes compartidos!
EliminarHermanita querida. Has descripto con una precisión increíble lo que sentimos y esperamos este momento tan ansiado del año! (El invierno, la montaña, el frío viento en la cara, el compartir una charla en la silla con alguna hija, sobrino, cuñado, etc; el sol, la ruta, el momento del té, la guitarreada, ese lindo cansancio que deja la intemperie y del que estamos tan alejados en nuestra vida cotidiana, el ver crecer a nuestros hijos y sobrinos. Compartir este presente con nuestros hijos, sobrinos, cuñado etc resulta tan lindo que uno queda pleno y flotando por unos cuantos días; y deseoso de dejarles a los mas chiquitos este legado para que ojalá lo continúen en sus propias nuevas futuras familias. En lo personal adoro sentir que elijo a mi familia para compartir este momento. Cuando el tiempo que tenemos es tirano como el de la tele y uno empieza a elegir sin dudar (destinar ese poco tiempo vacacional) a su familia o amigos de su familia que son como propia familia, encuentra un gran gozo; porque a los amigos uno los elige y la familia te toca; pero cuando lo que te toca también lo elegís; la vida es una fiesta! Por muchos años mas en Caviahue acompañados de "Solucionardi" "Socotroco" y mucha mas familia y amigos de la familia. Nico
ResponderEliminar¨Cuando lo que te toca también lo elegís, la vida es una fiesta¨. Qué regalo de la vida, elegirno y poder compartirla! Te quiero mucho!
ResponderEliminarEs pec ta cu lar !!! Que seria de la vida sin los amigos? !
ResponderEliminarMe alegro por Ustedes! Poli.
Hola Poli!! Sos el Poli de Nico??? Bienvenido! Gracias por pasar y comentar, ojalá pases a visitarme seguido! Un beso grande
EliminarFlor
Soy el Poli de la gente!
EliminarEl videito genial... we are in the top of the world!!
yeah!!!
EliminarQue lindo Flor leerte. Cuando viajábamos con Gus para el camino el viernes hablábamos de poder acompañarlos en este viaje. Nos encantaría, si las niñas tienen vacaciones, algo que no logramos con la UBA y diseño. Pero ya llegará y seremos parte de la tropa. nos encantaría. Muy bueno el relato y todo lo que van compartiendo!!
ResponderEliminarOjalá Lilta algún año se puedan sumar, saben que son bienvenidos y que nos encantaría compartir esos días con ustedes! Besos!!
EliminarQue liiiindo los hermanos. Muy bueno lo que escribiste Flor!!!!!
ResponderEliminarComparto la frase que puso Nico que seguro la googleo porque de el no sale ni en pedo pero lo comparto porque lo estoy sintiendo con mis hermanos en distintas situaciones como viaje, asadito en la villa, etc.
Les deseo sinceramente que sigan los momentos emotivos que la vida es una sola y vuela! TATI
Hola Tati!!! Cuántas ¨personalidades¨nuevas están viniendo de visita gracias a mi hermanito! Gracias por pasar, sos bienvenido cuando puedas/ quieras.
EliminarSe ve que llega una edad en la que ya se fueron despejando algunas cosas y va quedando lo importante, junto con esa conciencia que decís, de que la vida es una y vuela! Un beso grande y de nuevo, gracias por pasar y comentar!