martes, 24 de septiembre de 2019

Para qué escribir

Como planta que se estira para 
tocar la luz,
hay una forma de estar juntos
y no sabemos, más que lo que muestra el día.
Es posible, digo.
No sabemos. 
Escribo para encontrar la forma.
Natalia Romero
El intento


No sabemos.
Y lo que muestra el día, es ésto:
Un pájaro gordito, panza amarilla,
cerca de mi ventana, en la rama, todavía pelada.
El día muestra un cielo celeste, un sol.
Los primeros brotes de un ciclo nuevo.
Quién sabe qué habremos aprendido 
en el ciclo que se va.
No sabemos más que lo que muestra el día.
Lo demás, como un paquete de regalo,
con el paso del tiempo,
lo iremos desenvolviendo
se irá revelando.
Lo que quiero decir es que 
hacia adelante no sabemos lo que viene.
ni sobre qué de lo de atrás se apoyará.
Solo en el tiempo podremos unir los puntos.
No podemos planearlo de antemano,
ni saber con anticipación
que configuración tomará.
Escribo entonces,
no para saber el futuro, 
ni para volver el tiempo atrás.
Escribo para ir trasladándome,
despierta, atenta,
como en una cinta móvil
de un punto a otro
de ayer ------------- a mañana
de aquí ------------- a allá.
Escribo y al escribir camino,
doy un paso a la vez,
un poema, diez minutos, una mañana.
Escribo y dejo que tome peso, pista, volumen
lo que todavia no tiene forma
y renglón a renglón se develará.
Escribo, voy cruzando, avanzo.
¨Avanzo¨, digo, 
y esa palabra me hace preguntarme:
será, finalmente, como en aspas, hacia el júbilo?
Y recuerdo que lo que quiero, 
como dice Vlady, es estar
y estando,
dejar que todo avance, 
como en aspas, hacia el júbilo.
Para eso escribo. 

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