Colgó durante años de ese gancho.
Era cómodo tenerlo a mano.
Servía para todo, o casi.
Pero le fué quedando chico,
fué perdiendo la forma.
Quedó arrumbado ahi un tiempo
hasta que decidió descolgarlo
y dejar lugar para otra cosa.
Su invitada insistía, casi obstinadamente
en recordarle su existencia, a pesar de todo.
Ella entonces, tenía ganas de preguntarle:
¿Te asusta que aquello que colgaba allí,
que servía para casi todo
ya no esté, no se nombre?
¿Puede ser que te asuste
y hagas fuerza para verlo aparecer,
con el mismo nombre, con aquella forma?
¿Puede ser que necesites verlo ahi, inmutable,
como siempre, como antes?
¿Para qué?
Aferrarse!!! ¿Para qué? solo preguntarnos eso nos llevaría un buen trabajo... (pero mi chusma interior también se pregunta, para distraerse un rato de lo esencial: ¿que era lo que colgaba del gancho? ¿quien es la invitada?...¡que intriga!!!)
ResponderEliminar...y, siempre hay algo colgando del gancho, poniendose viejo, pidiendo ser descolgado para dejar lugar a lo nuevo...y ante el ¨descuelgue¨! ja! siempre las invitadas ( de afuera y de adentro!), que se resisten, asustadas!!
ResponderEliminarTe saqué la intriga? no, no???
A mí también me da mucha intriga "la invitada"!!!!!!!!
ResponderEliminarBesote
Ber