Frente a un rancho que tengo..., pongo éstos versos colgados en un alambre. Es a ver si pasa algún caminante, y al verlos como ropa al viento... puede que salude agitando una mano como si hubiera encontrado algo suyo. ...y diga: Si, ahi está colgado lo mismo que yo quería decir. Palabras tendidas, Jorge Escudero
viernes, 25 de octubre de 2013
La casa de la infancia
Hace poco, gracias a Flopi,de http://elmaldelsauce.blogspot.com.ar/, descubrí los audios.
Algunas nochecitas, mientras preparo la comida, en ese tiempo de ¨espera¨entre poner al horno y sacar del horno, me siento a disfrutar alguno de los que ella recomienda.
Sentada en mi sillón,cierro los ojos y me dejo acunar por esas voces que traen relatos, poesías, historias breves. Mi mente y mi corazón descansan y también evocan. A veces corre alguna lágrima, me visita alguna emoción. Todo lo recibo en ese rato. Y a veces, después, escribo.
Hace poquito escuché algunos de los textos incluidos en el libro Aromas, de Philippe Claudel.
http://www.ivoox.com/philippe-claudel-aromas-audios-mp3_rf_2217861_1.html
Y escuchando recordé una casa grande de mi infancia, una casa donde íbamos con mi familia invitados los fines de semana. Una casa donde el mundo de los adultos era un mundo lejano que todavía no me traía las preocupaciones que más tarde me traería. Una casa donde fuí chiquita y jugué juegos de infancia despreocupada y aventurera.
Evoqué esa casa, casi un castillo, la que en mi mirada de niñita, era un castillo. Misteriosa, vacía casi de muebles, poco habitada. Creo que estábamos mucho afuera, en los jardines. Recuerdo la zona del molino, el bosquecito tupido de atrás de la casa, en el que nos perdíamos, jugando a las aventuras, la pileta gigante, señorial, y esos espacios verdes eternos, enormes. Dimensiones que serían insólitas para esa zona, en esta época.
La casa, su piso de madera, su penumbra, su gran tamaño, ese laberinto en el que nos perdíamos mientras nuestros padres conversaban afuera. No recuerdo que las reuniones de los adultos se trasladaran adentro, nunca. Solo entrábamos cada tanto los chicos, a corretear por sus ambientes, a explorar esos mundos silenciosos, llenos de historias imaginarias.
No podría ubicar hoy geográficamente esa casa. El gran terreno debe haberse convertido en un barrio, hoy deben ser muchas casas. Queda solo el recuerdo, en mi corazón y en mi capacidad de evocarlo.
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Qué lindo Flor. Pego el link en el mío!!
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