jueves, 15 de mayo de 2014

Pequeño homenaje

Con cada ¨papá bueno¨ que se va, un pedacito de mi infancia se va también.
Un pedacito se va y a la vez se queda para siempre en el recuerdo. 
Vuelve a mi algo que quedó congelado en el tiempo y en las fotos.
Vuelve para que pueda reconocerme y dar gracias.

Y sucede otra transformación, una más.
Transformación en mi, que recibo y acompaño.
Transformación del mundo, de las calles, que no serán las mismas.
Hay alguien que ya no está. Todos hemos crecido.

Transformación en el que se va, pasaje que no alcanzo a abarcar ni a comprender.
Transformación última, destino incierto.
Cuerpo que no está,
y alma?, dónde?, cómo...?
Tramo del camino ante el que me quedo sin palabras, sin certezas.

Ante mi otra vez esa montaña, inescalable, verdadera, inevitable.
Ante mi el no poder ver qué hay del otro lado, y querer creer.
Ante mí otra vez el desafío de habitar la incertidumbre y el gran misterio.

Y escucho sin cesar en estos días esta canción de Jorge Drexler, que me envuelve y me acompaña, 
que no habla de la muerte sino de un gran amor, delicado, inquebrantable.
Ese que creo que sobrevive y sobrevivirá a todas las muertes.
Ese que es la gran transformación de la que somos capaces en esta vida larga y corta.
Ese que como escuché recién, es un misterio, y se aprende a construir a cada rato.
Ese que queda flotando en el aire....huella, marca, legado.


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