Somos los que reniegan y se abstienen.
Los que horrorizados ante las artimañas,
cansados de atender la realidad,
disimulando nuestro miedo,
nos encaminamos, lentamente,
a un destino marcado,
como si estuviéramos
muriendo de antemano.
O somos algo distinto.
Los que trabajamos de nuevo,
despiertos por el estremecimiento
que provoca el llanto de tantos.
Los que respiramos hondo y vamos,
levantándonos,
tras el aroma del amor,
que adivinamos
se está escribiendo.
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