jueves, 30 de abril de 2015

Cuarenta y siete

Despertar, ser en la mañana de abril
la blancura de este cerezo;
arder de las hojas a la raíz,
florecer de esta manera,
o dar versos.

Abrir los brazos, acoger en las ramas
al viento, a la luz, a lo que sea;
sentir el tiempo, fibra a fibra,
tejiendo el corazón de una cereza.

Eugenio de Andrade

Hoy empiezo a festejar mi cumpleaños con este poema.
Y a las puertas de un nuevo año, 
pongo en palabras mi deseo de seguir despertando,
y arder de las hojas a la raíz,
florecer.
Abrir los brazos, y recibir lo que sea.
Sintiendo fibra a fibra
como se va tejiendo el corazón de mi vida.



Hoy doy gracias por el tiempo.
Por el regalo precioso, suculento y frágil
de tener por delante y en mis manos, un día más.

Lo que quiero es estar, y estando, no dejar que el agua se detenga, 
como un pez lujurioso,
estar, y estar moviéndome en el aire
para que como en aspas, todo avance,
hacia el júbilo...

Estar, A. Aura, en el comienzo de uno de mis cuentos preferidos de todos los tiempos: 
Cuando Leas esta carta, de Vlady Kociancich


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