viernes, 10 de julio de 2015

Lo que permanece

When you brave the shadowy regions of your soul, it is good to take along a companion who is not afraid of the dark.
Jen Lee

Se sentó en el banco que había estado ahí desde la última remodelación
daba el solcito, todo hacia pensar que sería un buen lugar.
Apenas apoyó la cola en las maderas desvencijadas
sintió el movimiento,
la inestabilidad de esas piezas que unidas hace tanto tiempo,
hoy pedían ¨mantenimiento¨
nuevos ¨agarres¨, nuevas solideces
que pudieran sostener el peso de ese cuerpo nuevo.

Quiso ponerse el traje que había usado cada día
durante los últimos años,
solo para descubrir que ese traje ya no le iba.
La tela, raída, había perdido su brillo original,
sus brazos largos, crecidos, se escapaban de las mangas
dejando a la intemperie las muñecas y más.
Aunque todavía no sabía hacia dónde moverse.
apretadito en ese traje no podía hacerlo como
había empezado a necesitar.

Ni ese banco, ni ese traje..., 
era el tiempo de lo nuevo, era el tiempo del temblor,
y un temblor que por momentos incomodaba.

¿Quedaría algo, encontraría algo que pudiera quedar en pie
después de este movimiento
que como un tsunami,
amenzaba con arrasar con todo lo conocido?

¿Habría algo que fuera roca, en medio de esta arena movediza
que sentía bajo sus pies?




En momentos así, la conciencia/presencia es la roca. 
La que siempre es, la que siempre está, la que ¨se da cuenta¨, la que amorosamente nos acompaña desde adentro, en el proceso de perder pie y transformarnos,
hasta encontrar un nuevo ¨dónde¨ hacer pie.
Esa presencia que nos da la mano para que nos animemos, paradójicamente, a soltarnos.
A soltar las seguridades del pasado y largarnos a navegar nuevos mares, desconocidos, nunca antes navegados, con la única seguridad de contar con ella.

Con la Presencia que es en nosotros,
con la Presencia que somos.








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