viernes, 19 de abril de 2013

Transformándome en gracias

Habían pasado años. Tantas veces había hecho en el pasado ese recorrido, pero ese día era para el como la primera vez. Después de varias horas de travesía, ya agotados, (eran varios, solía hacer el recorrido acompañado), llegaron a un claro, allí podrían descansar un rato. Se bajó suavemente para no asustar al caballo, y mientras el resto ataba los suyos distraidamente a unas ramas, se quedó unos instantes detenido, su cara pegada a la del animal, su olor colándosele por los poros, acariciándole el cuello, susurrándole al oido algo imperceptible.
Uno del grupo se acercó curioso a preguntarle qué estaba haciendo. El le dijo que solo estaba agradeciéndole al caballo el haberlo llevado hasta allí. Nada más que eso (nada menos).
El hombre se quedó un rato pensativo. Era un hombre de a caballo, pero nunca se le había ocurrido que podía hablar con un animal, menos, agradecerle algo. Se quedó pensativo, fué en busca de su caballo, y en su propio idioma, parco, un poco titubeante, sincero, le agradeció los servicios de tantos años. Fué algo tan pequeño. Un gesto nuevo. Un detenerse. Un comenzar. Sintió que las venas se le destapaban y se despertaba de un largo sueño de siglos. 

En esta mañana de viernes doy gracias:
por este sol que entra por la ventana,
por el café con leche en la cama,
por mis hijos durmiendo en las suyas,
por una mañana en la que no preparo luncheras,
por la ducha calentita,
por el alivio de la crema en la cara seca y tirante,
por los libros en mi biblioteca, en los que busco y siempre encuentro,
por la pausa mañanera antes de empezar a trabajar,
por cada paciente que llega, ¨paciente¨, a seguir trabajando,
por la tarde que me espera, de aprender cosas nuevas
y mas tarde tomar el te con amigas que adoro,
por la noche que me espera comiendo con más amigos que adoro,
por tener un día lindo por delante, que aunque me parece muy lleno, se que de a una cosa por vez,
lo voy a poder ir disfrutando.

¨Los maestros en mi sueño explicaban que era una buena práctica para el corazón, empezar y terminar el día con unos cuántos ¨gracias¨. Entonces empecé mi práctica, sin importar qué clase de día tenía por delante o había tenido, independientemente de cómo me sintiera en la mañana. 
Ha sido una de las decisiones más poderosas y ¨transformadoras¨que he tomado.
Ya´Acov D. Kahn

2 comentarios:

  1. Gracias entonces por un día de sol, por el pase con Pampa, por una tarde de seguir aprendiendo con amigas del alma, por una tarde de té con amigas queridas, por una cena que seguirá con más amigos del corazón y la vida. Por mis hijas, por mi marido, por mi vida, por mi día de hoy y los que vendrán.

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  2. Muchas, muchas gracias por los amigos, esa maravilla que permanece a lo largo de los años que pasan!!!!! Y que nos regalan calorcito en el corazón cada vez que nos encontramos alrededor de una mesa.
    Un beso enorme
    Ber

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